El frío trae consigo una de las tradiciones más extendidas y queridas por todos: decorar el árbol de navidad. Ese momento en el que la familia entera se reúne para elegir, con esmero, cada bola que adornará su abeto durante las festividades. Pero no importa si el árbol es natural o sintético, si la decoración es roja, verde, azul o dorada, que, hagamos lo que hagamos y por muy orgullosos que estemos de nuestro árbol, siempre habrá alguien al que le ha salido uno mejor. Esa influencer que montó el árbol varios meses antes, ese “amigo” tuyo que no da un palo al agua, pero sin saber cómo, ha hecho una magnífica obra de arte que no haría ni Miguel Angel…
Y en ese momento piensas “El año que viene voy a poner la decoración roja, que queda mejor. Y le voy a poner más bolas doradas. Y voy a cambiar el…” Bueno, pues efectivamente puede que echando a un ojo a ese árbol en el que te has fijado ya, el tuyo mejore, pero si no, la ciencia ha venido a echarte una mano, para que, dentro de tus propias preferencias, puedas crear el “árbol de navidad perfecto”. Los miembros de la Sociedad de Matemáticas de la Universidad de Sheffield (SUMS) han creado unas simples fórmulas matemáticas “festivas” que van a ser la solución a tus problemas. Seguro que ahora estás pensando que las mates no son lo tuyo y que va a ser muy complicado, pero, créeme, una vez que les des una oportunidad, ni el coronavirus podrá fastidiarte las navidades.
¿Cuántas bolas son demasiadas? ¿Puedo poner cintas y guirnaldas? ¿No es esa estrella de arriba muy grande? Vayamos paso a paso, lo primero que tienes que hacer es coger un metro y medir tu árbol. ¿Lo tienes ya? Perfecto, entonces, échale un ojo a las fórmulas de la imagen de abajo, ¿son sencillas, no? Claro que sí, ¿te iba a mentir yo?
Empecemos. Lo primero que pondremos en el árbol son las luces. Por su puesto, esto no nos lo dice la fórmula matemática, sino más bien la lógica básica, si añades primero las bolas, luego será más difícil colocar el cable de luces alrededor del árbol. Lo que sí nos dice la fórmula es cuantas luces deberá tener, porque, si lo queremos perfecto, no puede estar con tres luces "pochas" (quedaría muy triste), ni tampoco cegar a nadie que se acerque demasiado. Para tener la cantidad perfecta de luminosidad y brillo, tan solo tenemos que multiplicar π (pi = 3,141592) por la altura del árbol (a la que llamamos x).
Ahora seguiremos por la parte que más gusta: la elección de los adornos. Esto es muy personal, porque los hay de muchas formas, tamaños, colores, acabados y diseños. Así que coge los que más te gusten y adelante. Bueno, adelante no, la ciencia también tiene algo que decir al respecto, en especial la óptica. En realidad, es un truco muy sencillo que te ayudará a darle más profundidad al árbol: poner los adornos en forma de Z. Si cuelgas en el centro e interior aquellos más grandes y hacia el final de las ramas los más pequeños, darás un efecto de profundidad al árbol. Y voilà. Pero cuidado, como poner bolas es divertido, puede que te hayas puesto a poner y poner y poner… y “vaya, ¿no está un poco sobrecargado?”
Posiblemente, pero no te preocupes, si le echamos un vistazo a la fórmula matemática de SUMS sabremos responder a esa pregunta clave de cuántos adornos hay que poner y corregir ese desastre antes de que lo vea alguien.
¿Y ahora qué? ¿Hemos terminado? Claro que no. Todavía podemos crear más impacto en nuestro árbol si usamos cintas decorativas. ¡Sí! ¡Cintas! ¿A quién no le gustan las cintas? Podemos ponerlas lisas, rugosas, con diferentes texturas o mejor aún, elegir unas con los bordes alambrados para poder esculpir bucles o rollos. ¡Va a quedar genial! Eso sí, mírate la fórmula para ver cómo de larga tiene que ser la cinta que necesita tu árbol... Que buscabas conseguir el árbol perfecto, no “el regreso de la momia”.
Y, para terminar, la “guinda del pastel”: la estrella, ángel o “topping” superior con el que coronar tu árbol. Después de todo el esfuerzo que estás dedicando en hacerlo bien, no vayas a estropear todo en este paso. El secreto es muy sencillo, escojas lo que escojas, siempre quedará bien si guardas las proporciones. No queremos que la estrella sea tan pequeña que se confunda con cualquier otra bola, ni tampoco tan grande que parezca que va a tumbarnos el árbol. Y para averiguar cómo tiene que ser, tan solo hay que dividir la altura de nuestro árbol entre 10. ¿Sencillo verdad? Y tú que le tenías miedo a las matemáticas.
Es posible que al ir leyendo esto, te hayas preguntado "¿Y eran así los primeros árboles de navidad?" Bueno, más o menos. La verdadera tradición del árbol de Navidad tal y como la conocemos hoy en día viene de Alemania alrededor del siglo XVI. Realmente, los primeros árboles de Navidad se decoraban con nueces, galletitas de jengibre, obleas e incluso manzanas recubiertas. Pero con el tiempo, todas esas decoraciones comestibles se sustituyeron por pequeños adornos de vidrio similares a los de hoy en día. ¿De dónde viene la tradición de ponerle luces? Cuentan que fue gracias a Martin Lutero (reformista protestante), que en una noche oscura, mientras iba caminando a casa se quedó asombrado ante la belleza de las estrellas y trató de replicar ese brillo poniendo velas al árbol, para poder disfrutarlo con su familia. Sea cierta esta historia o no, es bonito pensar que ese fue el origen de las lucecitas que iluminan ahora nuestros árboles de navidad.
¿Te ha gustado este post? Ahora ya no tienes excusa, decora bien tu árbol y llama a ese amigo tuyo para que lo vea. Y si aún así el suyo sigue siendo mejor, por lo menos puedes presumir de "conocimientos históricos".
Citosina
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