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Adenina

¿A qué huele la lluvia?

Actualizado: 1 ene 2021

Aquella mañana de diciembre unas enormes nubes grises poblaban todo el cielo, haciendo que cada rincón del paisaje quedase sumido en sombras de distintas intensidades. La noche anterior estuvo lloviendo y las gotas habían estado repiqueteando sin cesar en la ventana de Lucía.


Como todas las mañanas nubladas desde que tiene uso de razón, Lucía abrió las ventanas de su cuarto e inspiró profundamente. Le encantaba aquel olor tan característico a tierra húmeda, a lluvia y, por raro que parezca, a otoño. Curiosamente, disfrutaba mucho de aquellos días “tristes”.


Cuaderno y lápiz en mano, la joven salió de su hogar, situado a las afueras de la gran ciudad. Se sentó en un pequeño banco improvisado con una vieja caja de madera y comenzó a dibujar.

Cuaderno de Lucía

Los dibujos de Lucía eran, quizás, algo inusuales, pues en vez de plasmar el paisaje a su alrededor, creaba figuras que conocía desde hacía mucho tiempo. Recordando sus días como estudiante de Biología, dibujó dos hexágonos unidos, dos -CH3 por aquí, un -OH por allá… ¡Listo! Había dibujado la estructura química de las geosminas.


Las geosminas, tal y como le habían enseñado hacía años, eran unas sustancias químicas responsables del olor a tierra mojada. Lucía sonrió recordando a su amiga Sofía bromeando un día de lluvia: Hoy se huele a geosminas, ¿verdad?. Lo curioso de este compuesto, pensó Lucía, es que no aparece de la nada, sino que había ciertos organismos responsables de su producción: hongos y bacterias. La bacteria que mejor recordaba era Streptomyces, ya que la cultivó en las prácticas de laboratorio donde comprobó que en las placas de Petri aparecían colonias de aspecto aterciopelado.


Colonia de Streptomyces coelicolor

Es muy interesante que Streptomyces tenga ese aspecto, ya que no es un hongo, sino una bacteria; sin embargo, todo se debe a un motivo. Esta bacteria no crece como las demás, sino que, al igual que los hongos, produce una serie de filamentos que se entrelazan, dando lugar al micelio.


Lucía miró al suelo húmedo por la lluvia y se imaginó cientos de miles de bacterias, hongos y animales conviviendo en las capas más profundas, bajo sus pies. Un aspecto que llamaba mucho la atención de Lucía acerca de los estreptomicetos, es que estos son capaces de producir una serie de enzimas extracelulares que les permiten alimentarse de muchos azúcares, como son el almidón, la celulosa y hemicelulosa. También se pueden nutrir a partir de hidrocarburos, lingnina, taninos… ¡infinidad de sustancias!


La joven estaba fascinada por todas las características de estas bacterias, pero también era consciente de que había algo más que llamaba la atención de la comunidad científica de la que una vez formó parte. Si algo puede definir muy bien al género Streptomyces es su capacidad de sintetizar muchísimos antibióticos. De hecho, uno de los motivos por los que su genoma es tan grande es porque posee muchos genes que codifican para los antibióticos.


Nosotros, los científicos, recordó Lucía, utilizamos Streptomyces como fuente de producción de antibióticos y tanto es así, que en la actualidad más de 60 tipos de antibióticos provienen de esta bacteria. Por ejemplo, la eritromicina, un antibiótico que se suele dar para las bronquitis causadas por bacterias.


En su mente apareció una de sus lecciones de Microbiología. En ella la profesora preguntó a la clase que si sabían por qué estas bacterias producían tantos antibióticos. Más de uno especuló la respuesta, pero fue Hugo quien dio en el clavo:


– Podría ser para inhibir el crecimiento de otros organismos, ¿no? – el chico siguió su explicación. – Porque si en el suelo viven tantos microorganismos, competirán por los nutrientes que haya.


– Así es, Hugo. – dijo Martina paseándose por el centro de la clase. – Si las bacterias no consiguen suficientes nutrientes, deberán producir antibióticos que maten a las bacterias de su alrededor. Por así decirlo, se cargan a la competencia.


Todos asintieron y anotaron en sus cuadernos y ordenadores la explicación. Martina se dirigió de nuevo hacia la pizarra y escribió una única palabra: << esporas >>.


– ¿Alguien sabe decirme si la producción de antibióticos tiene algo que ver con esto? – La profesora señaló la pizarra y dejó unos instantes para que los alumnos reflexionaran.


Una joven Lucía de 20 años levantó tímidamente la mano desde su asiento en las últimas filas.


– Antes has dicho que estas bacterias son capaces de formar esporas y que estas aparecen cuando las condiciones del medio son desfavorables. – En la mente de Lucía aparecieron imágenes de esporas que habían visto al microscopio con anterioridad – Entonces, si Streptomyces las produce puede ser porque se estén quedando sin nutrientes y tengan que verse obligadas a sobrevivir de alguna manera. Así que, si producen antibióticos, pueden ayudarles a aumentar sus posibilidades de supervivencia.


Tanto Martina como el resto de los alumnos asintieron convencidos y la profesora felicitó a la clase por la participación.


Ahora, en el 2020, Lucía recordaba nostálgica aquellos días en la universidad y agradecía mentalmente a Martina y todos los profesores que le habían enseñado tantísimas cosas.


La joven cerró el cuaderno y suspiró algo entristecida, pues añoraba una época anterior que sabía que no volvería vivir; sin embargo, si algo tenía claro era que su pasión por la ciencia no cambiaría ni en mil años. Y al igual que Streptomyces, ella también competiría por su espacio en el mundo.



Adenina



REFERENCIAS


Brock TD, Madigan MT, Martinko JM, Parker J. Brock biology of microorganisms. Upper Saddle River (NJ): Prentice-Hall, 2003.

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