Bueno, o al menos, algo parecido. Gracias a Tolkien, al pensar en “hobbits” enseguida nos vienen a la cabeza las palabras Comarca y Bolsón. Sí, Bilbo Bolsón. Y aunque creamos que los hobbits son inseparables de su cerveza y de sus verdes praderas en Hobbiton, la realidad es que los auténticos hobbits tenían un aire más bien tropical. Ya, lo sé, cuesta de imaginar. Eso de cambiar nuestro prototipo de hobbit continental a un hobbit más isleño es complicado. Pero es fundamental, ya que fue en la Isla de Flores, en Indonesia, donde habitaron desde hace unos 100.000 años hasta unos 50.000 años. Es decir, anteayer. Y aunque fueron apodados “hobbits” debido a su diminuta estatura, son más conocidos por su nombre científico, Homo floresiensis.
¿Y quiénes son los Homo floresiensis? Pues son una especie extinta del género Homo. Como sabréis, nosotros también somos del género Homo, así que es como si fueran esos primos lejanos que no vemos ni en las comidas de Navidad. No se sabe con certeza qué provocó su extinción, pero algunas teorías culpan al ser humano moderno, el Homo sapiens, quién llegó también a su isla más adelante. No hemos sido muy buenos primos, ¿verdad?
El descubrimiento de estos homininos es bastante reciente. Fue en el 2003 cuando unos investigadores, que se encontraban en la Isla de Flores, inspeccionaron la cueva de Liang Bua, en la que encontraron numerosos restos homininos. Inicialmente, pensaron que se trataban de los restos de un niño, o quizás, de una persona con microcefalia, debido al pequeño tamaño de su cráneo (parecido al de un chimpancé). Pero ni era un niño, ni tenía microcefalia. Y tampoco contaba con ninguna anomalía en el crecimiento que le hiciera ser tan pequeño. ¿Entonces, qué era?
No se parecía a ningún Homo visto hasta entonces, ya que tenía un cráneo tan pequeñito como el de un australopiteco, pero su estructura era la de un “humano moderno”. No tardaron en darse cuenta de que tenían ante ellos una nueva especie de Homo, así que clasificaron estos restos como "hobbit certificado". Bueno, al menos de apodo, ya que su altura rondaba el metro, metro y poco, y su peso, los 30 kilos.
Aunque ya han pasado unos años desde su descubrimiento, todavía existe cierta controversia sobre el origen de esta nueva especie. ¿Surgió a partir del Homo habilis o vino del Homo erectus? Son muchas las preguntas que todavía no tienen respuesta. En cualquier caso, sus predecesores eran mucho más altos y grandes que nuestro pequeño hobbit, así que, ¿Qué sucedió para que encogiera tanto de tamaño?
La teoría más aceptada para explicar este curioso caso es el proceso evolutivo de enanismo insular. Este fenómeno de adaptación ocurre cuando una población se encuentra aislada en un lugar donde los recursos son limitados y no hay depredadores. ¿Y por qué esto te convertiría en un hobbit? Poseer un tamaño corporal grande suele ser una ventaja frente a los depredadores porque, seguro que se lo piensan dos veces antes de intentar atacarte, pero, cuando no los hay, ser tan grande es un gasto energético innecesario. ¿Para qué ser un alto elfo si no hay orcos que te quieran matar? Y si a esto le añadimos que los recursos en una isla tan pequeña son más bien escasos, aquellos individuos de menor tamaño se verán favorecidos por la selección natural. Y si esta situación de evolución direccionada se da durante un tiempo prolongado, los individuos de la población tenderán a reducir su tamaño.
Sin embargo, esta teoría ha levantado numerosas preguntas, desde las más previsibles como, ¿podría haber habido hobbits en otras islas?, hasta las más futuristas y con un toque de ciencia ficción, como ¿puede que alguna población actual de ser humano evolucione en el futuro a hobbits también?
¿Vosotros que pensáis? Escribidnos en los comentarios.
Citosina
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Sitios web:
Smithsonian National Museum of Natural History: https://humanorigins.si.edu/evidence/human-fossils/species/homo-floresiensis
Bradshaw foundation: http://www.bradshawfoundation.com/origins/homo_floresiensis.php
The Nature Education: https://www.nature.com/scitable/knowledge/library/homo-floresiensis-making-sense-of-the-small-91387735/#
Artículos:
Aiello, L. C. (2015). Homo Floresiensis. Handb. Paleoanthropology, Second Ed., 2281–2297. doi:10.1007/978-3-642-39979-4_68.
Gómez-Robles, A. (2016). The dawn of Homo floresiensis. Nature 534, 188–189. doi:10.1038/534188a.
Roberts, R. G., Westaway, K. E., Zhao, J. x., Turney, C. S. M., Bird, M. I., Rink, W. J., et al. (2009). Geochronology of cave deposits at Liang Bua and of adjacent river terraces in the Wae Racang valley, western Flores, Indonesia: a synthesis of age estimates for the type locality of Homo floresiensis. J. Hum. Evol. 57, 484–502. doi:10.1016/j.jhevol.2009.01.003.
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