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Adenina

Rojas y ocres: colores de otoño

Hace ya más de un mes que el Hemisferio Norte se encuentra en la estación otoñal y poco a poco el frío se va haciendo patente. Estamos en la época de los fines de semana de Netflix y manta, de las castañas asadas y, sobre todo, en la época de las miradas nostálgicas (y algo dramáticas) a través de la ventana. Sin embargo, si algo caracteriza bien la estación otoñal es la caída de las hojas de los árboles.


Aunque a simple vista puede parecer algo sencillo, el cambio de color en las hojas de una planta y su posterior caída es un fenómeno que esconde un entramado de señales moleculares muy complejas. Pero, ¿por qué sucede todo esto?

En primer lugar, debemos tener en cuenta que en todas las plantas se produce un fenómeno de senescencia, un evento que, contra todo pronóstico, es sinónimo de vida. De que todo va bien. La senescencia es un periodo en el que se desmantelan y reciclan de manera ordenada todos los componentes de una planta. Un ejemplo clásico es el de la senescencia foliar, es decir, el "envejecimiento" y caída de las hojas.

Para visualizarlo mejor, os pondré un ejemplo: imaginad que tenéis una habitación llena de trastos y cajones desordenados y, con la llegado del otoño, decidís arreglar el desastre y poner a prueba el método de Marie Kondo: ¡es hora de ordenar! En seguida os dais cuenta de que en esa habitación tenéis muchos objetos que os pueden ser útiles: libretas, ropa abrigada... Y decidís moverlo de habitación para darle un nuevo uso. Pues esto mismo es lo que hacen las plantas.

Al cambiar de estación, las plantas "deciden" redirigir los nutrientes que hay en las hojas hacia otros órganos que los vayan a necesitar más. En esta época del año los días se van haciendo más cortos y las plantan reciben menos horas de luz, por lo que ellas "interpretan" esto como un estímulo para movilizar sus nutrientes. Se están preparando para el frío invierno.

El recuadro rojo indica esas las células cambiantes que van a permitir el "corte" entre la rama y la hoja.
Zona de abscisión entre la rama y la hoja

Uno de los pasos más importantes en este reciclaje es la degradación de las clorofilas de las hojas. La clorofila es un pigmento fotosintético, es decir, una molécula que le confiere el característico color verde a las plantas y es la responsable de la obtención de energía. Lo que ocurre es que, a la misma vez que la clorofila va desapareciendo, comienza la síntesis de los carotenoides. Estos son los pigmentos encargados del color anaranjado de las hojas.

Todo este proceso está muy controlado, la planta no hace esto al azar. De hecho, el proceso de senescencia en otoño está controlado por más de 800 genes y todas las células trabajan de forma muy coordinada. Además, al igual que los seres humanos, las plantas también tienen sus propias hormonas: las fitohormonas. Son compuestos químicos que llevan a cabo muchas funciones en la planta. En concreto, el etileno es una de las más importantes en fenómenos de senescencia como este.


Finalmente, llega la abscisión, dicho de otra manera, la caída de las hojas. Si tuviéramos un microscopio a mano y pusiéramos un trocito muy pequeño de estas hojas podríamos ver algo muy curioso. Entre la hoja otoñal y su unión al árbol hay una zona llena de células que han cambiado su aspecto, se han hecho un cambio de look. Lo que veríamos es que estas han empezado a secretar una serie de enzimas que van a degradar la pared de las células vegetales, consiguiendo separar el resto de la hoja de las ramas.

Es posible que al ver caer las hojas otoñales, nos sintamos algo melancólicos y nostálgicos. Básicamente, como si fuéramos protagonistas de una de esas pelis alemanas de los domingos de Antena 3. Sin embargo, el otoño no es más que otro símbolo de la vida que nos rodea. Las plantas no están dejando morir sus hojas, sino que las están recambiando por otras que saldrán en primavera, llenas de vida y mucha energía.



Adenina


REFERENCIAS


María del Carmen Antolín Bellver. 2019. Apuntes de Fisiología Vegetal II. Capítulo 12: Senescencia y abscisión.


Bhalerao R, Keskitalo J, Sterky F, Erlandsson R, Bjorkbacka H, et al. 2003. Gene expression in autumn leaves. Plant Physiol. 131:430–42


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